Quien vive la virtud de la prudencia, observa y se informa de todo lo que le rodea, reflexiona sobre ello y analiza las consecuencias en su forma de actuar, obteniendo un conocimiento que le permite saber qué hacer y cómo actuar en cada momento y cuáles son las mejores decisiones que debe tomar.
¿Qué es la prudencia?
La prudencia es la virtud que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo. Es actuar con templanza, moderación, cautela y precaución. También consiste en saber actuar oportunamente en situaciones concretas, y reflexionar sobre cómo debe ser nuestro comportamiento en cada situación. La prudencia es previsión, es anticiparse a los acontecimientos, teniendo la precaución de estar preparado para ellos. Es haber analizado las posibles alternativas y saber tomar las mejores decisiones.
Características de las personas prudentes
Las personas prudentes tienen un profundo conocimiento de la realidad que les rodea. Conocen y se informan de lo que existe a su alrededor, aprenden de ello y lo retienen en su memoria. Su forma de actuar es la consecuencia de ese conocimiento de la realidad. A través de ella conocen de forma objetiva lo que existe a su alrededor y su forma de comportarse es el resultado de una reflexión previa y de la profunda discreción que las caracteriza. Conocen la importancia de reflexionar y considerar los efectos que los actos y las palabras pueden causar en los demás, teniendo como resultado el acierto en su forma de actuar. Esto no significa que el prudente no se equivoque, evidentemente también comete errores, pero al ser personas reflexivas analizan el porqué de sus equivocaciones, reconocen sus errores y aprenden de ellos. Son personas que tienen su vida perfectamente controlada en cuanto sus posibilidades económicas tanto presentes como futuras. Son responsables ante todo aquello que poseen, cuidando de sus cosas y procurando no dejar nada a la improvisación. La propia prudencia les lleva a analizar su vida por completo y a estar preparados para posibles imprevistos, tanto profesionales como materiales. Suelen ser personas muy comprensivas con los demás y no ofenden ni pierden la compostura. No hacen preguntas impertinentes y no tratan de curiosear en la vida de quienes les rodean. Tienen un carácter firme y transmiten confianza y seguridad.
¿Cómo podemos llegar a ser prudentes?
Veamos a continuación una serie de sugerencias para llegar a ser una persona prudente: - Hay que huir de la precipitación, todos nuestros actos tienen consecuencias y, por lo general, la precipitación es el peor enemigo para obtener los resultados que deseamos en nuestra forma de actuar. No debemos tomar decisiones sin reflexionar ni con prisa. - Debemos tener el firme propósito de pensar las cosas antes de hacerlas y decirlas, y llevarlo a cabo en todos los ámbitos de nuestra vida, familiar, profesional y social. - Procurar conservar la calma en todas las circunstancias. Cuando estemos alterados, debemos darnos un tiempo para calmarnos y poder valorar los acontecimientos desde una dimensión más exacta. Esto nos evitará muchos conflictos y discusiones inútiles. - Darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad y ser prudentes para elegir los amigos. Los adolescentes, sobre todo, no deben dejarse llevar por el ambiente, acudiendo a lugares poco recomendables según su forma de pensar o hacer cosas porque lo hacen la mayoría; no practicar deportes no apropiados a nuestra preparación o forma física, etc. - Es fundamental tener un buen conocimiento de uno mismo, asumiendo humildemente nuestras carencias y nuestras limitaciones, y en caso de ser necesario, debemos buscar el consejo de quienes pueden ayudarnos. - Tratar de conocer a las personas que nos rodean, sabiendo cuáles son sus virtudes, sus defectos, su forma de vida, sus preferencias, etc., para comprender con más facilidad el porqué de algunos comportamientos suyos que nos pueden confundir o sorprender.
¿Qué es la prudencia?
La prudencia es la virtud que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo. Es actuar con templanza, moderación, cautela y precaución. También consiste en saber actuar oportunamente en situaciones concretas, y reflexionar sobre cómo debe ser nuestro comportamiento en cada situación. La prudencia es previsión, es anticiparse a los acontecimientos, teniendo la precaución de estar preparado para ellos. Es haber analizado las posibles alternativas y saber tomar las mejores decisiones.
Características de las personas prudentes
Las personas prudentes tienen un profundo conocimiento de la realidad que les rodea. Conocen y se informan de lo que existe a su alrededor, aprenden de ello y lo retienen en su memoria. Su forma de actuar es la consecuencia de ese conocimiento de la realidad. A través de ella conocen de forma objetiva lo que existe a su alrededor y su forma de comportarse es el resultado de una reflexión previa y de la profunda discreción que las caracteriza. Conocen la importancia de reflexionar y considerar los efectos que los actos y las palabras pueden causar en los demás, teniendo como resultado el acierto en su forma de actuar. Esto no significa que el prudente no se equivoque, evidentemente también comete errores, pero al ser personas reflexivas analizan el porqué de sus equivocaciones, reconocen sus errores y aprenden de ellos. Son personas que tienen su vida perfectamente controlada en cuanto sus posibilidades económicas tanto presentes como futuras. Son responsables ante todo aquello que poseen, cuidando de sus cosas y procurando no dejar nada a la improvisación. La propia prudencia les lleva a analizar su vida por completo y a estar preparados para posibles imprevistos, tanto profesionales como materiales. Suelen ser personas muy comprensivas con los demás y no ofenden ni pierden la compostura. No hacen preguntas impertinentes y no tratan de curiosear en la vida de quienes les rodean. Tienen un carácter firme y transmiten confianza y seguridad.
¿Cómo podemos llegar a ser prudentes?
Veamos a continuación una serie de sugerencias para llegar a ser una persona prudente: - Hay que huir de la precipitación, todos nuestros actos tienen consecuencias y, por lo general, la precipitación es el peor enemigo para obtener los resultados que deseamos en nuestra forma de actuar. No debemos tomar decisiones sin reflexionar ni con prisa. - Debemos tener el firme propósito de pensar las cosas antes de hacerlas y decirlas, y llevarlo a cabo en todos los ámbitos de nuestra vida, familiar, profesional y social. - Procurar conservar la calma en todas las circunstancias. Cuando estemos alterados, debemos darnos un tiempo para calmarnos y poder valorar los acontecimientos desde una dimensión más exacta. Esto nos evitará muchos conflictos y discusiones inútiles. - Darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad y ser prudentes para elegir los amigos. Los adolescentes, sobre todo, no deben dejarse llevar por el ambiente, acudiendo a lugares poco recomendables según su forma de pensar o hacer cosas porque lo hacen la mayoría; no practicar deportes no apropiados a nuestra preparación o forma física, etc. - Es fundamental tener un buen conocimiento de uno mismo, asumiendo humildemente nuestras carencias y nuestras limitaciones, y en caso de ser necesario, debemos buscar el consejo de quienes pueden ayudarnos. - Tratar de conocer a las personas que nos rodean, sabiendo cuáles son sus virtudes, sus defectos, su forma de vida, sus preferencias, etc., para comprender con más facilidad el porqué de algunos comportamientos suyos que nos pueden confundir o sorprender.
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