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8 de diciembre de 2009

Desconfianza


DESCONFIANZA

Todos hemos desconfiado de otras personas alguna vez. Pensamos mal de los demás, una frase suya, una mirada, nos sugieren todo un mundo de ideas y no siempre buenas. Algunas de esas ideas, por desgracia, corresponderán a la realidad, otras sin embargo no. Esta es una situación más o menos habitual que puede dar pie a malos entendidos que necesitan aclararse pero no trascienden más.

El problema puede aparecer cuando la persona da por hecho que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o les van a engañar.

Frecuentemente, sienten que han sido ofendidos profunda e irreversiblemente por otra persona. Están preocupados por dudas no justificadas acerca de la lealtad o fidelidad de sus amigos y socios, cuyos actos son escrutados minuciosamente en busca de pruebas de intenciones hostiles.

Las personas con este tipo de problemas son reacios a confiar o intimar con los demás porque temen que la información que compartan sea utilizada en su contra. Pueden negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información "no es asunto de los demás". En las observaciones o los hechos más inocentes vislumbran significados ocultos que son degradantes o amenazantes.

Alguien así, puede malinterpretar un error legítimo de un dependiente de una tienda con un intento deliberado de no dar bien el cambio o puede ver una observación humorística de un compañero de trabajo como si fuera un ataque en toda regla. Los halagos son frecuentemente malinterpretados. Por ejemplo, un elogio de algo que acaban de comprar puede malinterpretarse como una crítica por ser egoísta.

Pueden ver una oferta de ayuda como una crítica en el sentido de que no lo están haciendo suficientemente bien ellos solos.

Las personas con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos, injurias o desprecios de que creen haber sido objeto. El menor desprecio provoca una gran hostilidad, que persiste durante mucho tiempo. Puesto que siempre están pendientes de las malas intenciones de los demás, sienten a menudo que su persona o su reputación han sido atacadas o que se les ha mostrado desconsideración de alguna otra amanera.

Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira ante los ultrajes que perciben . Son personas con las que generalmente es difícil llevarse bien y suelen tener problemas de relaciones personales. Su suspicacia y hostilidad excesivas pueden expresarse mediante las protestas directas, las quejas recurrentes o por un distanciamiento silencioso claramente hostil.

Puesto que están excesivamente atentos a las posibles amenazas, pueden comportarse de forma cautelosa, reservada o tortuosa y aparentan ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión. Aunque a veces parecen objetivos, racionales y no emotivos, con mayor frecuencia se muestran obstinados, hostiles e irónicos, lo que a su vez sirve al sujeto para confirmar sus expectativas iniciales.

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