Alteraciones de la vesícula biliar
          La vesícula biliar es un órgano            pequeño ubicado debajo del hígado que tiene forma de pera.            Almacena la bilis, un líquido amarillo-verdoso producido por            el hígado, hasta que el aparato digestivo la necesite. La bilis            está compuesta de sales biliares, electrólitos, pigmentos            biliares como la bilirrubina, colesterol y otras grasas (lípidos).            La bilis es utilizada por el organismo para que el colesterol, las grasas            y las vitaminas de los alimentos grasos sean más solubles y,            de ese modo, puedan absorberse mejor. Las sales biliares estimulan al            intestino grueso a secretar agua y otras sales, lo que ayuda a que el            contenido intestinal avance con mayor facilidad hacia el exterior del            cuerpo. La bilirrubina, un producto residual formado por restos de glóbulos            rojos inservibles, es excretada por la bilis. Los productos de la descomposición            de los fármacos y los desechos procesados por el hígado            son también excretados en la bilis. Las sales biliares aumentan            la solubilidad del colesterol, de las grasas y de las vitaminas liposolubles            para facilitar su absorción en el intestino. La hemoglobina producida            por la destrucción de los glóbulos rojos se convierte            en bilirrubina, el principal pigmento de la bilis, y pasa a ésta            como un producto de desecho. En la bilis también se secretan            algunas proteínas que tienen un papel importante en la función            digestiva.
          La bilis fluye desde los finos conductos colectores            dentro del hígado hacia los conductos hepáticos izquierdo            y derecho, luego hacia el interior del conducto hepático común            y finalmente al grueso conducto biliar común. Casi la mitad de            la bilis secretada entre las comidas fluye directamente, a través            del conducto biliar común, hacia el intestino delgado. La otra            mitad es desviada desde el conducto hepático común a través            del conducto cístico hacia el interior de la vesícula            biliar, donde se almacenará. Ya en la vesícula biliar,            hasta un 90 por ciento del agua de la bilis pasa a la sangre. Lo que            queda es una solución concentrada de sales biliares, lípidos            biliares y sodio. 
          Cuando la comida llega al intestino delgado, una            serie de señales hormonales y nerviosas provocan la contracción            de la vesícula biliar y la apertura de un esfínter (el            esfínter de Oddi). La bilis fluye entonces desde la vesícula            biliar directamente al intestino delgado para mezclarse allí            con el contenido alimentario y desempeñar sus funciones digestivas.          
          Una gran proporción de las sales biliares            almacenadas en la vesícula biliar se vierte en el intestino delgado            y casi el 90 por ciento se resorbe a través de la pared de la            sección inferior de éste; el hígado extrae entonces            las sales biliares de la sangre y las secreta de nuevo dentro de la            bilis. Las sales biliares del cuerpo experimentan este ciclo de10 a            12 veces al día. En cada ocasión, pequeñas cantidades            de sales biliares llegan al intestino grueso, donde son descompuestas            por las bacterias. Algunas de estas sales biliares son resorbidas en            el intestino grueso y el resto es excretado en las deposiciones. 
          Cálculos biliares 
          Los cálculos biliares son depósitos            de cristales que se forman en la vesícula biliar o en los conductos            biliares (vías biliares). Cuando los cálculos biliares            se alojan en la vesícula biliar, el proceso se denomina colelitiasis;            cuando los cálculos biliares están en los conductos biliares,            el proceso se llama coledocolitiasis. 
                                 | Cálculos biliares | 
                        |  | 
         
         Los cálculos biliares son más frecuentes            en las mujeres y en ciertos grupos de población. Los factores            de riesgo para la formación de cálculos biliares incluyen            la vejez, la obesidad, la dieta occidental y una cierta predisposición            genética. En algunos países, el 20 por ciento de la población            de edad superior a 65 años padece cálculos biliares, aunque            la mayoría no llega a experimentar síntomas. Cada año,            más de un millón y medio de personas se someten a una            extirpación quirúrgica de la vesícula biliar; una            gran parte de los pacientes lo hacen debido a los problemas que les            causan los cálculos biliares. 
          El componente principal de la mayoría de            los cálculos biliares es el colesterol, aunque algunos están            formados por sales de calcio. La bilis contiene grandes cantidades de            colesterol que, por lo general, permanece en estado líquido.            Sin embargo, cuando la bilis se sobresatura de colesterol, éste            puede volverse insoluble y precipitar fuera de la bilis. 
          La mayoría de los cálculos biliares            se forman en la vesícula biliar, y la mayor parte de aquellos            que se detectan en los conductos biliares han llegado hasta allí            desde la vesícula biliar. Los cálculos suelen formarse            en un conducto biliar cuando la bilis retrocede debido a la disminución            anormal del calibre de un conducto o después de la extirpación            de la vesícula biliar. 
          Los cálculos en los conductos biliares pueden            ocasionar una infección grave, incluso mortal, de dichos conductos            (colangitis), del páncreas (pancreatitis) o del hígado.            Cuando el sistema de conductos biliares está obstruido, las bacterias            pueden multiplicarse y desencadenar rápidamente una infección            en los mismos. Las bacterias pueden entonces propagarse a la sangre            y causar infecciones en otras partes del organismo. 
          Síntomas 
          Por lo general, los cálculos biliares no            causan ningún síntoma durante un largo período            de tiempo; a veces no aparecen jamás, particularmente si se alojan            dentro de la vesícula biliar. En raras ocasiones, sin embargo,            cálculos biliares de tamaño importante pueden gradualmente            lesionar la pared de la vesícula biliar y pueden penetrar en            el intestino delgado o grueso, donde causan una oclusión intestinal            denominada oclusión ileobiliar. Es más frecuente que los            cálculos biliares pasen desde la vesícula hacia los conductos            biliares y, a través de los mismos, lleguen al intestino delgado            sin ningún problema; también pueden permanecer en los            conductos sin obstruir el flujo de bilis ni causar síntomas.          
          Cuando los cálculos biliares obstruyen parcial            o transitoriamente un conducto biliar, se experimenta dolor. Éste            tiende a aumentar y disminuir de intensidad (dolor cólico). Por            lo general, este dolor aumenta lentamente hasta llegar al ápice            y luego decae gradualmente. El dolor puede ser agudo e intermitente,            de varias horas de duración, y su ubicación varía.            Habitualmente, el dolor se localiza en la parte superior derecha del            abdomen, que también puede resultar doloroso al tacto. El dolor            puede notarse también en el omóplato. Con frecuencia la            persona tiene náuseas y vómitos; si la infección            se desarrolla con oclusión del conducto, aparecen fiebre, escalofríos            e ictericia. En general, la oclusión es transitoria y no se complica            con infecciones. El dolor causado por una oclusión del conducto            puede no distinguirse del dolor causado por una obstrucción de            la vesícula biliar. 
          Una obstrucción persistente que cierre el            conducto cístico, causará la inflamación de la            vesícula biliar (una enfermedad denominada colecistitis aguda).            Los cálculos biliares que obstruyen el conducto pancreático            causan la inflamación del páncreas (pancreatitis) y también            dolor, ictericia y posibles infecciones. A veces, el dolor intermitente            se presenta aun después de que la vesícula biliar haya            sido extirpada; tal dolor suele ser causado por cálculos biliares            en el conducto biliar común. 
          Los síntomas de indigestión e intolerancia            a las comidas grasas a menudo son erróneamente atribuidos a los            cálculos biliares. Una persona que experimenta eructos, dilatación            del abdomen, una sensación de saciedad y náuseas, es más            probable que padezca una úlcera péptica o indigestión,            que cálculos biliares. El dolor en la parte superior derecha            del abdomen que se presenta después de haber ingerido comidas            grasas puede ser causado por cálculos biliares. Pero la indigestión            después de las comidas es frecuente y rara vez se debe a la presencia            de cálculos biliares. 
          Diagnóstico 
          Una ecografía es el mejor método para            diagnosticar cálculos en la vesícula biliar. Una colecistografía            también es eficaz. En la colecistografía, una radiografía            muestra el paso de una sustancia radiopaca de contraste, desde que es            deglutida hasta que es absorbida en el intestino, secretada en la bilis            y almacenada en la vesícula biliar. Si la vesícula biliar            no funciona, el material de contraste no aparecerá en ella, pero            si funciona correctamente, el material de contraste revela su contorno            en las radiografías. Mediante el uso conjunto de la ecografía            y de la colecistografía, el médico puede identificar los            cálculos biliares en la vesícula, en el 98 por ciento            de los casos. Sin embargo, algunas veces, las pruebas pueden dar resultados            positivos falsos en personas que no tienen cálculos biliares.          
          Cuando una persona padece dolor abdominal, ictericia,            escalofríos y fiebre, los cálculos biliares en el conducto            biliar son la causa más probable. Los resultados de los análisis            de sangre generalmente muestran una alteración de la función            hepática, que sugiere una obstrucción del conducto biliar.            Varias pruebas pueden aportar información adicional para establecer            un diagnóstico seguro. Estas pruebas incluyen ecografías,            tomografías computadorizadas (TC) y varias técnicas de            rayos X usando sustancias de contraste radiopacas destinadas a visualizar            los conductos biliares. La ecografía y la TC pueden mostrar si            el conducto biliar está dilatado, pero a veces los conductos            pueden estar obstruidos aunque no se vean dilatados. Las técnicas            de rayos X ayudan a detectar una obstrucción y, si es así,            a determinar si la causa se debe a un cálculo biliar o no.
          De acuerdo con la situación se elegirá            la técnica de rayos X más apropiada para el diagnóstico.            Incluso aunque el diagnóstico sea bastante probable, muchos médicos            utilizan una de estas técnicas antes de decidirse a efectuar            una intervención quirúrgica. Si el diagnóstico            no es seguro, primero debe realizarse una ecografía. 
          Tratamiento 
          La mayoría de los pacientes que tiene cálculos            biliares silenciosos en la vesícula (es decir, sin síntomas)            no requiere tratamiento. Los afectados de dolores intermitentes pueden            tratar de evitar o reducir el consumo de comidas grasas. De este modo,            se puede ayudar a prevenir o reducir el número de episodios dolorosos.          
          Cálculos en la vesícula biliar 
          Si los cálculos en la vesícula biliar            causan ataques repetidos de dolor, a pesar de los cambios en la dieta,            el médico suele aconsejar la extirpación de la vesícula            (colecistectomía). La extirpación de la vesícula            biliar no causa insuficiencia nutricional y no se requieren restricciones            dietéticas después de una intervención quirúrgica.            Entre 1 y 5 de cada 1000 pacientes que se someten a esta intervención,            mueren. Durante la colecistectomía, el médico suele investigar            la posibilidad de que haya cálculos en los conductos biliares.          
          La colecistectomía laparoscópica fue            introducida en el año 1990 y en muy pocos años revolucionó            la práctica quirúrgica. Un 90 por ciento de las colecistectomías            se realiza ahora mediante laparoscopía. En la colecistectomía            laparoscópica, la vesícula biliar es extirpada con la            ayuda de unos tubos que se introducen a través de pequeñas            incisiones en la pared abdominal. El procedimiento completo se lleva            a cabo con la ayuda de una cámara (laparoscopio), que también            se introduce en el abdomen a través de las incisiones. La colecistectomía            laparoscópica tiene menores molestias postoperatorias, menor            tiempo de estancia hospitalaria y requiere un período reducido            de interrupción del trabajo por enfermedad. 
          Otros métodos de eliminación de los            cálculos biliares introducidos durante la última década            incluyen su disolución con éter de metilterbutilo y su            fragmentación con ondas sonoras de shock (litotripsia). Un tratamiento            más antiguo implicaba la disolución de los cálculos            biliares con una terapia crónica de ácido biliar (quenodiol            y ácido ursodesoxicólico).