Es muy sano que nos propongamos cada día reírnos al menos un par de veces. La risa, desde la más pequeña hasta la más estrepitosa de las carcajadas, resulta sumamente benéfica tanto física como psicológicamente, reflejándose principalmente en la reducción del estrés y todas las ventajas que esto trae: mejoría del sueño, reducción de trastornos nerviosos o digestivos y mejor estado físico general, además del notorio cambio de humor.
Reír es gratis, cómodo, sin embargo, a veces somos incapaces de hacerlo. Si nos ponemos a pensarlo con detenimiento, no son pocas las ocasiones en que tenemos oportunidad de hacerlo, sea cual fuere la circunstancia en la que nos encontremos.
En esto se basa la risoterapia, una técnica muy valiosa que va ganando adeptos día a día ya que el único requisito que tiene es que hay que estar dispuesto a reírse.
Cuando estamos deprimidos no nos podemos reír; no nos sale, no encontramos ningún motivo y hasta encontramos faltas de sentido las risas que se producen en nuestro entorno.
Sin embargo, si nos lo proponemos, podemos hacerlo. ¿Cuántas veces ante la pérdida de un ser querido somos capaces de recordar entre sonrisas momentos buenos que hemos compartido? Aún más, en momentos críticos cuando hay alguna situación familiar dolorosa como una pérdida inminente, una carcajada oportuna nos alivia las tensiones y nos permite seguir soportando lo que queda por delante.
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