Un oído tapado es una sensación terriblemente molesta. Cuando nos sucede tenemos la impresión de estar aislados del resto del mundo, sentimos exactamente como si estuviéramos encerrados dentro de una campana. Nos ponemos de mal humor, nuestra voz parece atravesar un camino muy diferente del habitual, y en lugar de salir por la garganta sentimos que hablamos por el oído.
Desesperados por salir de nuestro involuntario aislamiento hacemos todo lo posible para volver a oír normalmente. Si pudiéramos mirar más adentro, como lo hace el especialista con su instrumental, podríamos encontrar un pequeño tapón, responsable de nuestra molestia.Pero ¿cómo es exactamente el tapón? Su aspecto es el de una masa del tamaño de una arveja, cuyo color y densidad varían según el tiempo que permanece dentro del oído.
Al principio es más blando y de color marrón claro, pero si transcurre mucho tiempo hasta ser eliminado, se va endureciendo volviéndose más oscuro. Además esta acumulación anormal de cera que obstruye el conducto auditivo externo, es hidrófila, por lo que el agua no la disuelve. Por eso al mojarnos los oídos muchas veces seguimos con la sensación de oído tapado, aun después de habernos secado.
Cuando el líquido penetra dentro del conducto auditivo y se pone en contacto con la cera, el tapón aumenta de tamaño. Debido a este efecto, quienes tienen tendencia a la formación de tapones deben tener cuidado al zambullirse en una pileta o al ducharse. Por esta causa los especialistas insisten tanto en la precaución de secarse bien las orejas.